LOS SENTIDOS DEL GRAN TIBURÓN BLANCO

El sistema sensorial de un Gran Blanco está tan finamente afinado que es capaz de detectar casi cada señal o perturbación que ocurre a su alrededor incluyendo olores, vibraciones, señales, sonidos e impulsos eléctricos de muy baja intensidad.

OLFATO Y GUSTO

Aunque los sentidos del olfato y el gusto giran entorno a la quimiorrecepción, existen diferentes sistemas señoriales que envuelven cada caso.

El olfato tiene lugar en las cavidades nasales, teniendo un 18% de la masa cerebral dedicada al análisis de la información proporcionada por los órganos olfativos. De hecho, el Gran Blanco tiene los bulbos olfatorios más grandes que cualquier elasmobranquio, siendo este sentido de gran importancia en el mundo sensorial de los tiburones.

El olfato les permite detectar al segundo cualquier sustancia que esté a su alrededor, pudiendo seguir el trazado hacia su procedencia, algunas veces a varios kilómetros de distancia. No solo lo usa para encontrar comida, juega también un papel importante en aspectos sociales como el apareamiento. Es muy probable que los machos encuentren a las hembras detectando el rastro de sus feromonas.

El sentido del gusto se encuentran en la boca y la garganta. Principalmente es utilizado para ayudar al tiburón a decidir si lo que se lleva a la boca es comestible o no. Cuando muerde una posible presa, las papilas gustativas se activan al instante, informándole sobre el sabor e incluso dándole datos del valor calórico. Un mal sabor o un alimento bajo en calorías (como podría ser un humano) es desestimado, mientras una sabrosa presa energética (como por ejemplo un león marino) es consumida.

OÍDO Y LÍNEA LATERAL

A diferencia de los humanos que tenemos oído interno, medio y externo, los tiburones tienen solo oido interno, un pequeño agujero que se asoma sobre la piel cerca de los ojos. En su interior tienen un revestimiento de células ciliadas que vibran ante las ondas sonoras y viajan al cerebro para interpretarse.

Su oído interno es capaz de detectar no solo el sonido, sino también la aceleración y la gravedad. Un tiburón blanco siente atracción por sonidos pulsados de baja frecuencia y logran detectarlos hasta 250 metros de distancia. Puede oír desde una frecuencia de 10 hz (infrasonidos) hasta los 800 hz.

Los blancos, como el resto de los tiburones, pueden sentir e identificar el origen de vibraciones con otro sentido llamado línea lateral. Son una serie de poros sensoriales que van a lo largo de sus costados, desde la cabeza hasta la cola, por los cuales detectan corrientes de agua, vibraciones y cambios de presión.

El desplazamiento del agua crea una serie de ondulaciones de presión débil que los tiburones son capaces de descubrir a través de las células ciliadas receptoras que transportan estos estímulos al cerebro. Un pez herido o enfermo nadaría más torpemente que un pez que nada de forma normal y crea poca turbulencia.

Este sentido puede aletarles también de depredadores en la zona o de cambios en las condiciones medioambientales.

VISTA

A pesar de su desarrollado sistema sensorial, los tiburones blancos confían sobre todo en su sentido de la vista para la caza. Como los humanos, poseen dos tipos de células en la retina: los bastones, adaptadas para descubrir el contraste y el movimiento aún en niveles bajos de luz, y los conos, especialmente diseñados para distinguir el detalle y las diferencias de color cuando las condiciones de luz son más altas. La relación bastón/cono en la retina del Gran Blanco es de 4:1 (similar al del ojo humano), teniendo la mejor visión que existe en el reino de los tiburones.

Los ojos de los tiburones tienen también una característica notable, el “tapetum lucidum”, similar al de los ojos de los gatos y otros animales nocturnos. Localizado justo detrás de la retina, esta estructura de placas en miniatura hace que los rayos de luz que entran en el ojo golpeen la retina del tiburón incrementando así la luz disponible para los fotorreceptores y mejorando la visión en condiciones de escasa luminosidad.

La mayor parte de los tiburones tiene una membrana protectora, llamada “nictitante”, para proteger sus ojos, similar a nuestro párpado. El Gran Blanco, sin embargo, carece de esta membrana. En su lugar hace rodar sus ojos hacia atrás, sobre sus cuencas, de forma que estén protegidos cuando se acerca a objetos desconocidos o se golpea sobre una de sus presas.

Contrariamente a la idea popular que el Gran Blanco tiene ojos negros “de muerte», el iris en realidad tiene un color azul profundo, claramente visible a la luz del sol cuando se le mira de frente.

UN SEXTO SENTIDO

El Gran Blanco, como todos los tiburones, posee «un sexto» sentido del cual los humanos carecemos: «electrorecepción». Múltiples filas de poros diminutos están repartidas por su cabeza principalmente sobre su hocico.

Estos poros se conocen como “ampollas de Lorenzini”. Esto permite a los tiburones detectar las corrientes eléctricas creadas por la actividad del tejido muscular en criaturas vivas y localizar la presa aún en ausencia de la visión o en condiciones oscuras.

El Gran Blanco confía en este sentido durante la etapa final de una captura, justo cuando esconde sus ojos entran en acción las ampollas de Lorenzini.

La electrorecepción también se usa por alguna especie de tiburón para navegar y les permite sentir el campo magnético de la tierra para poder orientarse en sus migraciones en ausencia de otras señales geográficas.

Estos seis sentidos, sumados a otras características fisiológicas como la gran diferencia de color entre su lomo (gris oscuro) y su tripa (blanca) para poder camuflarse perfectamente cuando acecha a sus presas y la habilidad de mantener la temperatura corporal por encima de la temperatura ambiente del agua, llamada endotermia, le hacen una máquina perfecta de caza. Pero no hay que olvidar que esta “caza” está orientada solamente a sus presas objetivo, que sin duda, sin ninguna duda, NO son los seres humanos…

 

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