BUCEANDO CON LONGIMANUS EN BROTHERS (MAR ROJO)

BUCEANDO CON LOS SOLITARIOS Y OPORTUNISTAS LONGIMANUS

El tiburón oceánico de puntas blancas (Carcharhinus longimanus) es uno de los depredadores más comunes en las aguas abiertas de todos las áreas intertropicales de los océanos. Es considerado como uno de los tiburones más frecuentes y verdaderamente oceánicos de los de su género.

Aunque actualmente esta especie está clasificada como vulnerable en la lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, sigue siendo bastante abundante, es más, el puntas blancas era de los primeros en aparecer, además en grandes cantidades (algo extraño por su característica de tiburón solitario), en los desastres que sucedían en medio del océano, como los barcos torpedeados o aviones derribados durante las dos guerras mundiales, algo muy desafortunado para las víctimas que quedaban flotando en el agua.

ALGO DE SU BIOLOGÍA

No son tiburones muy grandes, es raro que superen los 3 m de longitud siendo las hembras de mayor talla que los machos. Los adultos son, por lo general, de color gris‐bronce por arriba y blanco por abajo con una discreta banda blanca en el flanco, aunque pueden aparecer variaciones del color hacia marrón y tonos más claros en la parte posterior.

Algo muy característico de estos escualos es que presentan manchas blancas muy visibles en las puntas de las aletas pectorales, en la primera dorsal, pélvicas y caudal. Su nombre común hacer honor totalmente a esas manchas. Siguiendo con sus aletas, las dorsales y pectorales, sobre todo estas últimas, son muy grandes y con el margen ampliamente redondeado. De ahí también parte su nombre científico: Logimanus.

El cuerpo es grande y robusto, su hocico es corto y romo, los ojos son pequeños y redondos, con membranas nictitantes. Los dientes superiores son grandes, de base ancha y cúspides triangulares y los inferiores son de base ancha y cúspides estrechas, con bordes fuertemente aserrados.

Sus hábitos reproductivos son muy parecidos al resto de las otras especies de escualos, siendo fácil observar cicatrices en los lomos y cola de las hembras provocados por el macho, ya que muerden a la hembra durante el apareamiento. La gestación de las crías dura cerca de 12 meses y se desarrollan en la cloaca de la madre dentro de una placenta. El número de ejemplares por camada varía desde un ejemplar hasta incluso la decena.

UNA INMERSIÓN EN BROTHERS

A finales del año pasado me invitaron a un crucero por Borthers para colaborar en un Shark Project dirigido por la doctora Elke Bojanovski. La reconocida bióloga y experta en estos tiburones se proponía fotografiar la mayor cantidad posible de ejemplares para incrementar su archivo y ahí estaba yo para ayudarla.

En cada briefing, Elke repetía las normas básicas de seguridad, normas que yo repito siempre en cada uno de mis viajes cuando buceamos con tiburones “un tanto especiales”: no separarse, que cada uno vigile la espalda del compañero, mantener contacto visual con los tiburones, evitar movimientos bruscos, estar el menor tiempo en superficie evitando el chapoteo y la agitación y estar muy relajados y tranquilos durante la inmersión, lo más importante del buceo con tiburones es… disfrutar de ellos.

Los tiburones Longimanus se acercan a veces a cazar a los arrecifes, pero son animales pelágicos, su vida transcurre en mar abierto, de modo que para verlos hay que alejarse de las paredes de coral y buscar la línea que forman los amarres de los barcos, o incluso ir un poco más hacia el azul. Había momentos en que llegaba a haber hasta catorce barcos amarrados en Big Brother, todo estaba lleno de cabos por todas partes.

Nosotros establecimos nuestro propio recorrido pasando por los cabos de todos los barcos entre los doce y los quince metros de profundidad. Ellos suelen ir y venir siempre sobre la misma línea, tienen un recorrido fijo que repiten sin descanso. El buceo con Longimanus no es un buceo de arrecife en algunas ocasiones, te mueves en una distancia corta y se va muy despacio, en realidad buscábamos sus pasos y los esperábamos casi estáticos, entre dos aguas, ayudados por una fantástica visibilidad de más de treinta metros. Esa misma visibilidad me permitió ser testigo de su curiosidad. Sucedió una mañana al detenerse una neumática encima de nuestras cabezas. Inmediatamente, un tiburón que pasaba por nuestro lado subió vertical atraído por el ruido y se puso a rondar la hélice que se mantenía al ralentí. Allí se quedo, dando vueltas cerca de la superficie, hasta que la barca se fue.

A veces nos poníamos en medio de su línea imaginaria, cosa poco aconsejable porque no les gusta variar su trayectoria, y nos quedábamos inmóviles viéndolo venir. El tiburón nos esquivaba en el último momento, pero se notaba su disgusto porque cuando estaba casi en paralelo hacía una aproximación brusca y acelerada, un amago rápido que lo ponía a dos palmos de distancia y que había que aguantar con cierta sangre fría, pero al final, como está claro que no somos su presa, seguía su camino.

Pero no siempre es fácil permanecer inmutable. En una de las inmersiones estábamos a unos quince metros y apareció un Longimanus que se quedó curioseando alrededor de nosotros. Tendría unos dos metros, no era de los más grandes, pero constituía un cuadro precioso porque iba acompañado de media docena de peces piloto blancos y negros. Dio un par de vueltas lentas alrededor del grupo, y en la tercera mostró más interés en una chica que llevaba aletas blancas.

El caso es que la chica, al ver que el tiburón se fijaba en ella, empezó a ponerse nerviosa, a respirar más deprisa, a nadar más rápido, justo lo que no se debe hacer cuando te ronda un tiburón curioso, y sobre todo un Longimanus, que tiende a contagiarse de los nervios de los buceadores. Ya he dicho antes que se me han acercado a un palmo de distancia, que se han quedado casi estáticos a mi lado, observándome, sin hacerme absolutamente nada, pero aquella chica no paraba de bracear y de mover las aletas, y el Longimanus empezó a darle pasadas cada vez más frecuentes, acelerando y frenando de golpe, hostigándola. La chica, lejos de relajarse, se agitó aún más, y el tiburón, claramente excitado, la golpeó con la aleta en una de sus pasadas. La situación se puso realmente peligrosa, el escualo se movía cada vez más deprisa, yendo y viniendo entre el grupo de buceadores, pero las aproximaciones se las reservaba a la buceadora de las aletas blancas. La chica empezó a jadear y a agitarse cada vez más. Con flotabilidad ya muy negativa, pataleaba sin parar para evitar bajar más metros, no había nada más que pudiera hacer para indicarle al tiburón que era una presa perfecta. Por fortuna, Elke se dio cuenta de un cambio radical en la actitud del tiburón, su siguiente aproximación ya no sería de tanteo, había plegado las aletas quizás para iniciar un ataque.
Todo lo que he contado sucedió en segundos. Por suerte Elke estaba cerca e intervino, se cruzó por delante de la trayectoria del tiburón, que se vio forzado a girar, agarró a la buceadora de la grifería de la botella y la metió en medio de grupo antes de encararse a ella para tranquilizarla. El tiburón dio una vuelta más al grupo y se alejó. Yo pude grabar todo con mi cámara para luego más tarde estudiar con Elke, y con aquella chica, la acción sucedida.

Con mis artículos, conferencias y cursos, intento proteger a los tiburones y lavar su imagen para presentarlos como los animales fascinantes que son, por encima de quienes los retratan como devoradores de hombres. Pero al mismo tiempo quiero dejar muy claro que bucear con algunos tiburones sin saber, conlleva un alto riesgo. Yo buceo con ellos desde hace 30 años y nunca me he sentido en peligro, pero siempre estoy atento. Hay que atender bien a las indicaciones de los expertos y no saltarse las normas de seguridad porque si te descuidas, sobre todo con algunas especies de escualos, te pueden hacer mucho daño o incluso causarte la muerte. En el agua ellos siempre son los amos…

Buceemos con tiburones, si, sin duda, pero sabiendo como hay que hacerlo.

Scroll al inicio
Esta web utiliza cookies.   
Privacidad